lunes, 1 de diciembre de 2008

A 6 años del golpe petrolero

Después de 6 años del sabotaje petrolero, solo se puede concluir que el imperio nos teme. El terror mas intenso se retuerce en sus estómagos, al darse cuenta que ya es realidad la profecía dicha hace siglos por la boca de un científico alemán pensador de sistemas sociales. Ya desde el principio de los imperio, los opresores padecían ese mismo temor que no les dejaba dormir por las noches. Esa pesadilla fue la razón de la hegemonía de las religiones, de las represiones más duras, de los crímenes más atroces que fueron acallados una y otra vez. A lo que mas le teme el emperador, es a un pueblo decidido a ser libre.

Durante años, el pueblo venezolano fue una y otra vez burlado en sus sueños de libertad, en sus aspiraciones a ser un pueblo grande y digno, pero continuaba inspirado en esa llama, que aunque no podía explicar de donde venía, brillaba enceguecedoramente en su interior. Inspirado quizás en su memoria genética, en esa ansia arrolladora de emancipación. Y es que el venezolano no es cualquiera. El venezolano forma parte de esta extraordinaria raza formada por negros rebeldes y hercúleos, proclamadores de independencias; a quienes aun sabiendo lo segura de la muerte por la osadía, les era preferible morir por una causa digna, que vivir como esclavo de una casta. Peculiar raza proveniente del fuego de milenios en sus aborígenes. Soberbios reyes del mar, de sus dominios legados por dioses, no menos aguerridos, les dieron una rabiosa, sangrienta y férrea resistencia a los españoles. Con increíbles dotes naturales para la guerra, no dieron tregua, no dudaron en seguir peleando hasta que la llama se extinguiera. Solo que esa llama no se extinguió. Es la herencia que hoy tenemos en nuestros cromosomas. Y de los españoles, acrisolados durante siglos por los árabes. Invasores que tampoco dieron tregua. Perseveraron hasta apoderarse de esta tierra a sangre y fuego, y luego la hicieron florecer admirable para el resto del mundo humano conocido. Ese es el origen del venezolano. Mestizo, guerrero, sabio, valiente.

¿En que estaban pensando un puñado de acomplejados cuando intentaron sacar al líder que este pueblo arrecho se dio en elecciones libres, y en el que estaban y están depositadas las esperanzas de 500 años? Definitivamente el consumismo consume las mentes.

Hace ya 6 años que intentaron, felones y sin una pizca de vergüenza, porque el capricho y la alienación así lo exigían para unos muchos, y el compromiso por el dinero verde y fresco los movían a otros pocos. ¿Qué extraña condición siquiátrica hubo que tener para cerrar la piel y no sentir el sufrimiento que le infringiría al pueblo paralizar la industria petrolera?

¿Hay una clasificación para los niveles de egoísmo? ¿Qué significa la palabra patria para esas personas? ¿Un concepto repetido con la prestanza de una computadora? No. Esa es una palabra que se siente. Y se siente dentro del pecho. Se siente en cada fibra. En cada hebra. En cada aliento. Patria.

Y peor: ¿Acaso pensaron ellos que el pueblo iba a dejarse? ¿Los creyeron ganado embrutecido, simples respondedores a estímulos?, ¿25 millones de perros pavlovianos que iban a responder mecánicamente?.

No. Se equivocaron otra vez. Ellos, aprendices de sumos sacerdotes, recubrieron sus sombrías almas de un emplasto de cosméticos, comida chatarra, modas, fatuas vanidades, películas, modales, y una sobredosis de egocentrismo, para no percibir lo que la realidad les presentaba brutalmente ante sus ojos. Para no sentir el machacador impacto de la ironía mas grande: la vida paupérrima de un pueblo extremadamente rico y extremadamente valioso en si mismo. Y por su ceguera se equivocaron.

Para ellos, el paraíso es el imperio. Cuyos dioses exigen sacrificios humanos. Y así fue como les dio por sacrificar al bravo pueblo. Lo dejaron sin combustible para cocinar, reduciéndolos a preparar sus pocos alimentos con leña rudimentaria. Lo dejaron sin combustible para movilizarse. Matando a los enfermos en las ambulancias. Matando a mujeres y niños en explosiones de bidones de gasolina. Sin combustible para trasladar comida, tratando de rendirlos por hambre. Pero no lo dejaron sin lo más importante y que Venezuela tiene en cantidades industriales: dignidad.

Fieles sirvientes al status, a una estúpida idiosincrasia de una clase totalmente acrítica y hedonista, obedecían a sus hipnotistas de relojes con estrellas y barras. Y caminaban confiados rumbo al abismo. Y cayeron.

Ese año, desesperado, el imperio echó mano de todos sus manuales, de todos sus planes, de todo su dinero, de todos sus lacayos, de todos sus medios de comunicación… y perdió todo.

Porque aunque nos golpeó fuerte, aunque perdimos 20 mil millones de dólares y todavía seguimos contando algunas pérdidas, porque consecuencia de aquello aun seguimos teniendo ciertos problemas, ganamos. Ganamos los cuarteles. Ganamos la industria petrolera. Ganamos en las calles. Ganamos en credibilidad. Y ganamos en firmeza de propósitos.

Hoy nos planteamos un cambio profundo y radical. Es decir, de raíz. Irnos a la raíz del problema. El capitalismo. Hoy transitamos hacia un socialismo con el poder popular desarrollándose cada vez más. Hoy vamos despertando conciencias. Formando socialistas, hombres futuros que amarán su patria y serán incapaces de traicionarla. Y mas aun, estamos haciendo realidad el sueño de aquellos protagonistas de libros de historia, que tenían la mala costumbre de arar en océanos: la unión de los pueblos del sur.

Hoy hacemos realidad la pesadilla más inquietante y más terrible de los oligarcas. Un pueblo unido. Invencible. Decidido y bien dirigido, por un líder que durará en el poder Dios mediante, muchos años.

Definitivamente, a 6 años del golpe petrolero, el imperio tiene muchas noches sin dormir.

Autor: Alejandro Chimaras

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