PEDRO PABLO PEÑALOZA
EL UNIVERSAL
"A los que venían de Sucre los pararon en 16 alcabalas y a nosotros, que nos trasladamos desde Anzoátegui, otras cinco más. En El Guapo, unos soldados le quitaron las placas a los autobuses para evitar que pasáramos y en Píritu a un guardia nacional que nos detuvo se le 'escapó' una ráfaga de su ametralladora cuando nos revisaba".
El relato en cuestión no fue extraído del diario de algún opositor insomne ni forma parte del expediente de una hermana de la cofradía del 350. No. Es la historia de Carlos Moreno, que es en Anzoátegui el secretario general de Podemos, actual paradigma del ni-nismo, partido que desea habitar en el limbo cuando en estos momentos la política venezolana sólo tiene espacio para un cielo y un infierno.
El colectivo vinotinto, que ayer debió sortear múltiples obstáculos para llegar a Caracas para protestar ante el Tribunal Supremo de Justicia, sorbió un poco de la quinina que el antichavismo se traga por toneladas desde hace nueve años.
Encabezados por los diputados Ismael García y Ricardo Gutiérrez y el gobernador de Sucre, Ramón Martínez, cientos de personas exigieron a la Sala Constitucional del TSJ que aclare lo antes posible si el Parlamento está violando la Carta Magna en el proceso de discusión del proyecto de reforma.
Entre los manifestantes se hallaba un Fidel rozagante y lúcido denunciando que la propuesta de Hugo Chávez fortalece el control del Ejecutivo en detrimento del poder popular. "No decimos ni sí ni no, sino que nos centramos en el debate sobre la reforma", repetía Fidel Caballero, un aragüeño de 25 años que restaba importancia a las zancadillas recibidas por sus camaradas. "Somos revolucionarios de siempre, no de ahora por la plata", decía convencido.
La música de Alí Primera animaba la concentración de los vinotinto. Ana Delgado, de 47 años, entonaba las canciones y aplaudía sin cesar. "Chávez me tiene decepcionada. Cuando nos necesitó nos tuvo, y ahora nos insulta", se quejaba esta vecina de la parroquia Sucre, enfundada en una camisa con la inscripción: "Leer para decidir".
Preguntas sin respuestaA las 12:30 del mediodía, luego de consignar un documento en el TSJ, Ismael García se dirigió a sus compañeros. Criticó los ataques sufridos por los militantes de Podemos, que incluyeron detenidos en Zulia, Falcón y Táchira, y cuestionó: "¿Dónde está la tolerancia? ¿Dónde está la democracia?". Estirando hasta el máximo sus cuerdas vocales, el legislador bramó: "¡Esta batalla es para que no nos metan en un callejón sin salida!", y luego de abogar por la convocatoria de una Constituyente, se despidió envalentonando a la concurrencia: "¡Ahora verán cómo es que podemos, carajo!"
Después le tocó el turno a Ramón Martínez. El mandatario regional, que jamás se cansó de cantar el himno de Podemos, volvió a cargar contra la "dedocracia" de Chávez y advirtió con tono enfático: "Al que viole la Constitución le vamos a tirar el artículo 333". La disposición establece que si la norma "dejare de observarse por acto de fuerza o porque fuere derogada por cualquier otro medio distinto al previsto en ella (...) todo ciudadano investido o no de autoridad tendrá el deber de colaborar en su restablecimiento".
Concluida la intervención de Martínez, quien lamentó el sabotaje que padecieron los 150 autobuses y 220 vehículos que venían a Caracas, los vinotintos se retiraron y sólo quedó en el lugar Franklin Brito, un hombre que está en huelga de hambre desde hace dos meses frente al TSJ. Brito se cubre del sol con un paraguas vinotinto.
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